PEDRO GUALDI
(CARPI, 1808- NUEVA ORLEANS, 1857)
CASTILLO DE CHAPULTEPEC. Ca, 1838
Óleo sobre tela
Firmado: Gualdi
Detalles de conservación
64 x 80 cm
La figura de Pedro Gualdi como pintor de vistas urbanas de la capital mexicana, durante el segundo tercio del siglo XIX, fue el propósito de la exposición titulada "El escenario urbano de Pedro Gualdi. 1808-1857", celebrada en el Museo Nacional de Arte en el año de 1997. En dicha exposición, esta obra titulada "Castillo de Chapultepec", fue exhibida y se encuentra citada en el catálogo correspondiente a la misma, con el número 2 del cedulario. Cabe señalar que la obra en cuestión perteneció a la colección de la Sra. Columba Romero de Terreros.
Pedro Gualdi, pintor de perspectiva en México.
Al conocer el tiempo de viaje que se hacía de Europa a América en el siglo XIX, aproximadamente un mes, suponemos que Pedro Gualdi llegó a México a la edad de 27 años con la Compañía de Opera de Madame Albini a fines de 1835 o principios de 1836. […] El grupo operístico en el que ahora sabemos que Gualdi participó como escenógrafo, inició sus funciones el 1 de febrero de 1836 en el teatro principal de la ciudad de México, su arribo representó todo un acontecimiento artístico para la sociedad capitalina de entonces. […] Escenógrafos famosos como el italiano Giuseppe Galli Bibiena, creador de una escuela italiana en el siglo XVIII, lograron impactar, verdaderamente, a las Cortes de Austria y España con sus diseños arquitectónicos de palacios, plazas, castillos y aldeas […]. Con la utilización de mamparas pintadas y acomodadas en forma simétrica y en líneas diagonales para dar profundidad a la escena, la recreación de los detalles de la arquitectura se reproducía minuciosamente, creando así una ilusión óptica al público y, sobretodo, el efecto de perspectiva. Gualdi fue un digno heredero de esta tradición con fuerte arraigo en Italia, que aprendió primero en las academias y se perfeccionó posteriormente, ahora sabemos, con el pintor Menozzi en el teatro Scala de Milán. Desafortunadamente los periódicos mexicanos de la época se detienen muy poco en la descripción de estos efectos de trompe l'oeil. El espectáculo de la ópera acabó; la mayoría de los integrantes del grupo decidieron retirarse de México en febrero de 1838 y fue entonces cuando Pedro Gualdi seguramente resolvió no regresar a Italia. De este modo, determinó probar fortuna en nuestro país, ilusionado, como otros tantos extranjeros, por las supuestas y deslumbrantes riquezas del Nuevo Mundo. […] El salto que tenía que dar de escenógrafo a pintor de vistas no era difícil. Probablemente la red de relaciones que había creado con cierta élite metropolitana le dio confianza para saber que encontraría salida a sus trabajos de paisaje. Los cuadros más antiguos, fechados y firmados por Gualdi en nuestro país, datan precisamente de 1838 y 1839. Ejemplo de ello son varias vistas de la Catedral de México y de la Plaza de Santo Domingo. […] Pedro Gualdi no contó, como otros artistas extranjeros, con un respaldo económico en México, ni perteneció a una institución como la Academia de San Carlos que lo cobijara profesionalmente, por lo tanto tuvo que buscar trabajos eventuales de todo tipo, que por cierto no contradecían sus orígenes de decorador. Así los comitentes de sus trabajos pertenecieron a los sectores más prósperos de la capital. Gualdi se estableció definitivamente como pintor en México, por lo que su categoría de artista viajero es discutible, ya que la mayoría de ellos llegaban al país por un tiempo corto, recorriéndolo a lomo de mula y tomando apuntes para difundirlos especialmente en Europa. Pedro Gualdi, en cambio, trabajó durante un amplio periodo para los mexicanos, y aunque los motivos eran muy repetitivos, como la Catedral o la Plaza de Santo Domingo, sus imágenes gustaron decididamente, pues reivindicaban la arquitectura y la belleza de los edificios de la otrora ciudad de los palacios, muy acordes con el gusto romántico que empezaba a infiltrarse en México y no exento de cierto nacionalismo en momentos en que el horizonte político del país hacía dudar del futuro. En los cuadros de Pedro Gualdi no se percibe ese fuerte y cálido colorido de los maestros italianos donde el rico cromatismo y el claroscuro juegan un papel importante. En la obra gualdiana encontramos un estilo más frío y duro en la pincelada, con cielos intensamente azules o crepusculares que intentan marcar los matices de las diferentes horas del día con las sombras que caen oblicuamente dentro de cada pintura. Este carácter tan directo en su obra obedece a sus orígenes como escenógrafo y decorador. Su preocupación se centra en el minucioso detalle del dibujo de los edificios y en la perfección de la perspectiva lineal, aspectos que seguramente derivan también de su trabajo en las escenografías, donde estas cualidades son más aquilatadas. El realismo casi fotográfico de la arquitectura deja a un lado las escenas costumbristas que encontraremos en otros artistas de la Ciudad de México como Casimiro Castro.
Fuente: Arturo Aguilar Ochoa, El escenario urbano de Pedro Gualdi. 1808-1857, (México: Museo Nacional de Arte, 1997), pp. 33-68.