Mapa de escape y evasión.
Inglaterra, 1953.
Impreso en seda.
Con territorios de Marsella y Túnez.
Escala 1:1,000,000.
Compilado por el G.S.G.S (Geographical Section General Staff) y revisado y reproducido por la Oficina de Guerra (War Office)
Con referencias de hidrografía, orografía, vías férreas, caminos, fronteras, entre otros.
Glosarios en español, francés, italiano y argelino y tunecino.
56 x 71 cm
** Esos mapas se utilizaban en la Segunda Guerra Mundial como parte del equipo básico de los pilotos ingleses y americanos para que en caso de que sus aviones fueran derribados contaran con un plano de la zona que les ayudaría a evadir al enemigo y escapar hacia puerto seguro.
Levantar los mapas de escape y evasión fue idea de Christopher Clayton Hutton (1893-1965), mejor conocido como Clutty, periodista, promotor de películas, piloto de la Real Fuerza Aérea Británica y oficial técnico del departamento de escapes del M19, rama de la inteligencia militar británica, quien primero intentó que se imprimieran en papel, pero por más imprentas con las que trabajó, los resultados nunca fueron los esperados. Así que eligió otro material, la seda, la cual finalmente fue la solución.
Varias son las razones por las que resultó idóneo elegir la seda: no pesa, se puede doblar y compactar sin arrugarse, al desdoblarse no provoca ruido, tolera la humedad aún en plena lluvia. Por si fuera poca su versatilidad, puede imprimirse por ambos lados con una mezcla de tinta y pectina, característica que descubrieran Hutton y Wallace Ellison (1911-1965), este último ex-prisionero de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial, quien escribió sobre su cautiverio: Escaped! Adventures in German Captivity.
Wallace Ellison trabajaba para Brockelhurst Whilston Amalgamated uno de los mayores productores de seda en Macclesfield, Cheshire, Inglaterra e impresor de los mapas en seda europeos. Por su parte, los estadounidenses para las operaciones bélicas en el Pacífico reprodujeron sus planimetrías en rayón acetato conocido también como rayón viscosa, fibras artificiales que tuvieron en el químico francés Hílaire Berniggaud (1839-1924), conde de Chardonnet, a su precursor más destacado. En total se produjeron más de 3.5 millones de planos, estimando que en sus diferentes variaciones los utilizaron la mitad de los 35 mil hombres de las tropas aliadas para escapar de territorio enemigo.
Para ser eficaces, los mapas de escape y evasión debían ofrecer información a detalle. Este sería uno de los retos a superar de Clutty, pues la oficina de inteligencia británica carecía de fuentes del territorio alemán y de otros países de interés. Razón por la cual acudió a Edimburgo, Escocia, para que la firma John Bartholomew and Son, cartógrafos e impresores desde 1826, superaran el problema. De modo que el propio John Bartholomew, veterano condecorado de la Primera Guerra Mundial, proporcionó sin cobrar derechos de ninguna especie, las representaciones espaciales de Alemania, Francia, Polonia, Italia, Suiza, Bélgica, Holanda, la región de los Balcanes. En 1980, empresa tan destacada, se fusionó con la editorial Harper-Collins de Nueva York, establecida en 1817.
Los mapas de escape y evasión también estaban pensados para los prisioneros de guerra (POW, Prisioners of War), cautivos en territorio alemán, quienes los necesitaban para poder escapar. El problema era cómo acercárselos. Es así que a Clutty se le ocurrió solicitar a la Convención de Ginebra que a familiares de los prisioneros y organizaciones como la Cruz Roja les fuera permitido enviar a los POW paquetes de regalo con libros, discos, juegos de mesa o equipos deportivos. Esta iniciativa contó con el respaldo de los captores quienes ingenuamente pensaron que, al mantener entretenidos a los prisioneros, los riesgos de fugas se minimizarían.
La oficina de Hutton se encargaba del envío a través de distintas organizaciones, algunas reales y otras falsas, destacando la Prisioners Leisure Hours Fund (Fundación para las horas libres de los prisioneros) que incluía, entre otros pasatiempos, un juego de Monopoly*, fabricado por la compañía John Waddington de Leeds, Inglaterra, por licencia otorgada por el dueño de los derechos Parker Brothers, desde 1935. Los directivos de la fábrica reclutaron un grupo selecto de trabajadores bajo juramento quienes “rehacían” los tableros del juego, cortándolos con moldes parecidos a los que se utilizan para hacer galletas, ingeniándoselas para esconder en compartimentos secretos una brújula miniatura, una sierra Gigli de alambre, una lima, papel moneda de varios países europeos y, por supuesto, el mapa de escape de la región que contenía información de casas de seguridad, estaciones ferroviarias y demás detalles del terreno donde se encontraban los prisioneros, la mayoría pilotos derribados por la Luftwaffe, en campos alemanes o austriacos. Los tableros “rehechos” con el mapa se marcaban con un punto rojo en el cuadrado del estacionamiento del juego, disimulado como si fuera un error de imprenta.
Gracias a esta estratagema se triplicaron los comités de escape. Hutton desarrolló otras modalidades de remisión de los planos, entre ellas la mesa de ping pong y raquetas que contenían un mapa y su brújula, o los discos gramofónicos que al romperse proporcionaban el mapa, denominado Operation Smash Hit. Una más consistió en fraccionar el plano en 52 pedazos –del tamaño de un naipe– que formaban un mazo, los que al sumergirse en agua perdían el laminado y aparecía el mapa, siendo el joker la clave de la información. También se recurrió a tableros de ajedrez donde en la base del Rey se localizaba un radiotransmisor.
Los celadores y censores descubrieron muchos de estos ardides, pero el Monopoly permaneció sin ser detectado a lo largo de la conflagración. Quizá se haya debido a que sólo unos pocos prisioneros conocían el secreto y los tableros se destruían al cumplir su cometido, el M19 y el MIS-X (Military Intelligence Services – Escape and Evasion Section) garantizaban en el Reino Unido y Estados Unidos que así se hiciera, hasta que se hizo público en 1985. Los tableros de Monopoly que utilizaron en MIS-X los adquirían militares vestidos de civil en tiendas departamentales y nunca con el fabricante y propietario de los derechos Parker Brothers. Esto ayudó, pues sólo una minoría estaba al tanto del procedimiento de modificación de los tableros.
Terminada la guerra muchos de estos mapas de escape y evasión encontrarán otros usos, algunos por la escasez y racionamiento de materiales, los utilizaron para fabricar ropa interior, vestidos, mascadas y gorras. Otros fueron conservados como recuerdo del horror de la guerra, apareciendo en tiendas de antigüedades o de equipo militar, en eBay o mercados de pulgas, oscilando sus precios de los 25 a los 500 dólares. Se recomienda ser precavido al comprar, ya que existen falsificaciones.
Christopher Ræburn (1982), diseñador de modas inglés, buscando material militar reciclable para la marca que ostenta su apellido, encontró en una caja comprada 800 mapas de navegación de la fuerza aérea británica. En su sitio de internet se pueden comprar vestidos, camisas, pantalones, cojines, fabricados con estos documentos. Los mapas de escape y evasión se fabricaron en una época parecida a la nuestra, marcada por la incertidumbre.
Se sugiere la lectura de Christopher Clayton Hutton – Clutty: Official Secret: The incredible story of escape aids used during World War II- Told for the first time.