JOSÉ MARÍA VELASCO
(MÉXICO, 1840-1912)
VALLE DE MÉXICO DESDE EL CERRO DE SANTA ISABEL, CA. 1906
Óleo sobre tela
Firmado y fechado al frente "J. M. Velasco. México. 1906."
Detalles de conservación
27 x 46 cm
Cuenta con dictamen de María Elena Altamirano Piolle
Nacido a mediados del siglo XIX en Temascalcingo, Estado de México, José María Velasco y Gómez-Obregón, emprendería su práctica artística a la temprana edad de trece años, para posteriormente, con tan solo diecisiete y financiado por una beca, ingresar a los cursos nocturnos de la Academia de Bellas Artes de San Carlos, laborando simultáneamente en el negocio familiar de la venta de rebozos. Sería como alumno de esta prestigiosa institución que profesionalizaría su formación y perfeccionaría su práctica en el manejo de la perspectiva con el dibujo de estampa y la pintura al óleo de paisajes, enriqueciéndola mediante su interés personal por la zoología, botánica, geografía y arquitectura. Durante su paso por la academia coincidiría también con importantes referentes del quehacer pictórico de la época, tales como Santiago Rebull, Pelegrín Clavé, Manuel Carpio y Eugenio Landesio, por mencionar algunos. Su talento sería tan ampliamente reconocido entre sus colegas que, con tan solo dieciocho años, sería nombrado profesor de perspectiva de la Academia y cuatro años después, obtendría la titularidad como profesor de paisaje, rol que desempeñaría durante más de cuarenta años.
Como parte de su meticuloso proceso para la realización de paisajes, Velasco solía acampar directamente en los mismos lugares que buscaba representar. Ahí realizaba bocetos, estudios y apuntes a la intemperie, como preparación previa para materializar fielmente los elementos compositivos del espacio conforme a su visión, por lo que muchos de sus paisajes fueron diseñados e ideados in situ. Sus obras presentan una convergencia entre emoción y razón, el resultado de una metódica conceptualización sistemática devenida de la profunda contemplación personal del espacio. Dentro de sus paisajes, retrató la faz idílica del territorio nacional, definiendo diestramente sus rasgos más icónicos para enaltecer las prominentes características de sus diversos entornos naturales. A través de su pincel retrató el “rostro” de lo que fue ese México desde todos sus perfiles, representando sus protuberantes formaciones volcánicas, sus vastos y áridos suelos con verdes destellos de frondosa vegetación y sus acotados asentamientos urbanos. Una imagen de nación construida desde la más pura sensibilidad y el cientificismo más severo, que permanecería vigente cual retrato oficial durante las décadas porvenir.
Tras una excepcional carrera plagada de reconocimientos y distinciones, Velasco fallecería en 1912, dejando un inigualable legado que inspiraría tanto a sus contemporáneos como a quienes lo sucederían como los referentes pictóricos de la nación. Sin duda alguna, podemos afirmar que José María Velasco fue el máximo exponente decimonónico del paisajismo en México y uno de los pintores más importantes que haya dado el país.
Fuente: Altamirano Piolle, María Elena. José María Velasco. Paisajes de luz, horizontes de modernidad. México: DGE Equilibrista, 2006.